viernes, 27 de marzo de 2020

COVID-19 / Una semana atípica

                                                                                                                      Por Maximiliano Feroleto*

Dicen que siempre es bueno comenzar con una afirmación. Y la más fuerte que se me ocurre en este momento es que en Argentina hemos vivido una semana atípica desde cualquier punto de vista.

Esta primera semana de aislamiento social (DNU 297/2020) a diferencia del resto, comenzó formalmente un viernes y tuvo apenas tres días hábiles. Sobre los días feriados, en condiciones normales, los medios de comunicación habrían estado abocados a la cobertura de la actividad turística, por dar un ejemplo. Sin embargo, fuimos testigos de titulares y editoriales menos felices que los esperables para un fin de semana largo con excelentes condiciones climáticas.
Y así nos recibió el otoño, con ese gusto agridulce que tanto lo caracteriza. Ofreciéndonos días robados del verano y calles desiertas. Veredas deshabitadas, listas para recibir cantidades de hojas secas a la espera de pisadas anónimas. Hojas ansiosas por crujir en nuestro encuentro y concluir así, no en vano, un ciclo más.
También tuvimos un Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia con características diferentes a los anteriores: un 24 de marzo sin Madres y Abuelas en la Plaza de Mayo; fuerzas militares desplegadas a lo largo y ancho del país. Por supuesto, así presentadas, estas imágenes no hablan por sí solas.
Atravesamos un momento excepcional, se mire por donde se mire. Si está suficientemente justificado o no, es cuestión de análisis y debates interminables – y bienvenidos sean. Pero lo cierto e indiscutible es que todos hemos alterado nuestras rutinas, en mayor o menor medida. Y eso, inevitablemente, tarde o temprano, exigirá al mismo tiempo una re-valoración de todo lo que nos rodea: hábitos, bienes, servicios, paisajes, personas, etc.; y un ejercicio de autoanálisis exhaustivo. Un nuevo sopesar de nuestro entorno, de nuestras relaciones y grupos sociales, y de nosotros mismos en tanto actores e intérpretes del sistema social. Una reorganización en marcha cual acto reflejo ante la alteración del orden colectivo.
Ante lo dicho, una de las probables defensas casi involuntaria sea negar la realidad con la pretensión de que todo siga igual. Eso podría explicar, en parte, las hordas de familias intentando arribar irresponsablemente a los habituales destinos turísticos. Porque en su lógica negadora de la realidad, solo se trataba de un fin de semana largo igual a los anteriores. Lamentablemente, en estos casos la realidad pega dos veces.
Desde hace una semana, las luces del escenario apuntan día y noche al gigante dormido. Puede sonar extraño, pero hasta hace poco, para muchos, el Estado era una entelequia y hoy es quien dicta sus movimientos. En algún momento debemos poder entender que no hay libertades individuales sin compromiso colectivo. Aquellas sociedades que aborrecen de la solidaridad terminan convirtiendo al Estado en un Frankenstein político.
Mientras siento que hay mucho más para decir, se publica un nuevo comunicado oficial y decido dejar de escribir. El Ministerio de Salud anuncia que el saldo acumulado a la fecha es de 589 casos confirmados y 12 decesos. 
Fin de una primera semana atípica.

*Lic. en Sociología (UBA).


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